La tarde partía apresurada hacia la noche, humedeciendo las calles. Poco a poco la gente se acercaba para tomar su lugar en la plaza.
Los primeros compases de la orquesta- para ajustar el sonido- iba animando a bailar.
Los pocos jóvenes que había, se lanzaron a dar unos tímidos pasos, los más perezosos se relajaban sentados en las terrazas de los bares, reuniendo fuerzas para cuando hubiera más parroquianos, y así dejar las vergüenzas a un lado y poder desfogarse a gusto.

Las luces de la plaza se apagaron a las 21hs, y así podía relucir el fulgor del escenario. Entonces, cuando todo estuvo a punto, las baldosas comenzaron a calentarse con el estrépito de las canciones y la habilidad de algunos bailarines, mezclados con otros un poco más torpes, sin importarles otra cosa que dejarse llevar por las melodías del grupo “Music at 7”.
Cada uno se acomodaba donde quería.

La orquesta de “Mitjanit”empezó a sonar en serio, a las 22:30hs. Se fueron acercando pequeños grupos de personas con ganas de marcha, y entre canción y canción los ánimos subían, bajo un cielo a esas horas, nublado, amenazante de tormenta.
A partir de las 23:30hs los motores ya estaban preparados para seguir a toda marcha hasta el final de la noche. La plaza desbordaba. El entusiasmo alcanzó las cotas más altas una hora más tarde.


Sobre las 0:40hs la orquesta se tomó un debido descanso de media hora. Pero en cuanto retomó el escenario, la plaza tenía más gente que nunca.
Los concurrentes seguían con los pies clavados sin ningún propósito de alejarse del lugar. Continuaron allí mientras el equipo de producción desmantelaba el escenario y ponía todo en orden.
Ya eran las 4 de la mañana, los limpiadores, con sus mangueras, limpiaban la basura dejada por la muchedumbre, a pesar de los contenedores puestos estratégicamente en varios puntos con ese fin.

Otra vez el sitio quedó limpio y listo para el concierto de havaneras, del domingo.
Un grupo de rezagados se quedaron pegados a los bancos; ni siquiera la amenaza de las mangueras los intimidaba a abandonar la plaza. Mientras, continuaban cantando y arengando no se qué reivindicación…
Yo me fui a la cama, después de poner el punto final a semejante trasnochada.
El cielo estaba despejado; presagiaba un domingo soleado.